La economía mundial está viviendo una de sus etapas más inciertas en décadas. Después de la pandemia, las grandes economías como Estados Unidos, la Unión Europea y China están luchando contra una serie de problemas financieros que están afectando a millones de personas. Y lo más sorprendente es que muchos de estos problemas son el resultado de decisiones tomadas durante la pandemia, cuando gobiernos de todo el mundo trataron de mantener a flote sus economías mediante un sinfín de medidas extraordinarias, como ayudas económicas y préstamos.
Sin embargo, estas soluciones temporales están empezando a mostrar sus efectos secundarios. La inflación está alcanzando niveles nunca vistos en los últimos 40 años, lo que está encareciendo los productos básicos y dificultando que las familias puedan llegar a fin de mes. En algunos países, los precios de los alimentos han subido más de un 10% en solo un año, y los precios de la energía están por las nubes, algo que afecta tanto a las empresas como a los hogares.
¿Qué está pasando con la inflación?
La inflación ocurre cuando los precios de los bienes y servicios suben, lo que significa que el dinero pierde su poder adquisitivo. Si antes con 100 euros comprabas mucho, ahora solo vas a poder comprar menos. Aunque muchos piensan que la inflación es solo un fenómeno que afecta al consumidor de a pie, en realidad tiene un impacto enorme en todos los sectores de la economía.
Por ejemplo, los tipos de interés están subiendo en muchos países para intentar frenar la inflación, lo que hace que los préstamos, como las hipotecas o los créditos personales, sean más caros. Esto afecta especialmente a las personas jóvenes que están pensando en comprarse una casa o un coche, ya que pagarán más intereses por el dinero que pidan prestado.
Los bancos centrales: ¿salvadores o causantes del problema?
Los bancos centrales, como el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal de EE. UU., están intentando controlar la situación aumentando los tipos de interés. Sin embargo, esto ha generado una preocupación creciente: ¿están haciendo lo correcto? Mientras que sus decisiones podrían ayudar a reducir la inflación, también pueden provocar una desaceleración económica. Si las empresas no pueden pedir prestado a bajo coste, no pueden invertir en nuevos proyectos o contratar más empleados, lo que podría llevar a desempleo y a una recesión.
Lo curioso es que en los últimos años, los gobiernos han estado imprimiendo dinero como nunca antes, con el objetivo de reactivar la economía durante la crisis del COVID-19. Pero ahora ese dinero extra está generando inflación, ya que hay más dinero en circulación, pero no tantos bienes y servicios para consumir.
¿Y qué pasa con el empleo?
Aunque algunos sectores siguen creciendo, como la tecnología, las finanzas y las energías renovables, otros sectores están sufriendo muchísimo. El empleo se está viendo afectado en muchos países, y los analistas advierten que el futuro cercano podría estar marcado por un aumento en el desempleo juvenil y en trabajos con menos estabilidad.
Algunos expertos sugieren que la automatización y el avance de la inteligencia artificial podrían agravar la situación, ya que muchas tareas que antes eran realizadas por personas están empezando a ser reemplazadas por robots o software. Esto puede sonar a ciencia ficción, pero ya está pasando en fábricas y empresas de todo el mundo.
¿Cómo afecta esto a nuestra vida diaria?
Para el común de los mortales, la inflación y los tipos de interés más altos significan que todo está más caro. La gasolina, el supermercado, la ropa… y ni hablar de los alquileres. Si estás ahorrando para comprarte algo importante, como una casa o un coche, tendrás que prepararte para un futuro en el que el dinero valga menos y sea más difícil conseguirlo.
Algunos analistas creen que este podría ser un cambio estructural en la economía mundial, donde la era de la abundancia económica de los últimos años llegue a su fin. Pero no todo está perdido. También hay quienes argumentan que esta crisis podría abrir la puerta a nuevas formas de pensar sobre la economía: más sostenible, más digital y, sobre todo, más inclusiva.
¿Qué podemos hacer para proteger nuestro dinero?
Lo que está claro es que, en tiempos de incertidumbre económica, lo mejor es estar preparado. Ahorrar, invertir con cabeza y, si es posible, buscar maneras de diversificar tus fuentes de ingresos. Invertir en cosas que mantengan su valor a largo plazo, como bienes raíces o incluso activos digitales (como las criptomonedas o acciones de empresas tecnológicas), podría ser una forma de protegerse de la inflación.
Los expertos también aconsejan que sigamos educándonos sobre finanzas personales y aprendamos a gestionar nuestro dinero de forma más eficiente. Cuanto más sepamos sobre cómo funciona la economía y cómo podemos tomar decisiones informadas, menos probable será que seamos víctimas de las crisis económicas que, tarde o temprano, llegan a todos los países.